El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una condición neurobiológica del desarrollo que afecta la comunicación social y se caracteriza por comportamientos e intereses repetitivos y restringidos. Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), esta condición abarca una amplia variedad de presentaciones y niveles de severidad, lo que exige un enfoque personalizado en su diagnóstico y manejo.

Clasificación y Niveles del TEA
El DSM-5 clasifica el TEA en tres niveles de severidad, basados en la necesidad de apoyo:
– Nivel 1: Requiere apoyo. Las personas en este nivel pueden tener dificultades para iniciar interacciones sociales y muestran respuestas atípicas. Su independencia puede verse obstaculizada por problemas de organización y planificación.
– Nivel 2: Requiere apoyo sustancial. Las deficiencias en la comunicación social son más evidentes, y los comportamientos repetitivos interfieren en su funcionamiento diario.
– Nivel 3: Requiere apoyo muy sustancial.
En este nivel, las personas presentan deficiencias graves en la comunicación social y comportamientos repetitivos extremos.

Signos y Síntomas
Los signos y síntomas del TEA varían ampliamente entre individuos, pero comúnmente incluyen:
– Dificultades en la comunicación e interacción social, como evitar el contacto visual o no responder al ser llamado por su nombre.
– Retrasos en el desarrollo del habla o pérdida del lenguaje previamente adquirido.
– Comportamientos repetitivos, como aleteo de manos o balanceo, y una fuerte resistencia a cambios en sus rutinas.
– Hipersensibilidad a estímulos sensoriales, como sonidos fuertes o luces brillantes.
Importancia del Diagnóstico Temprano
La detección y la intervención tempranas son fundamentales para garantizar que las personas con TEA reciban el apoyo adecuado. Esto incluye terapias personalizadas que fomenten su desarrollo y mejoren su calidad de vida.
